La realidad o la verdad que engloba nuestro entorno es el simple producto de la aceptación colectiva que no hace otra cosa que reflejar las creencias humanas, las cuales, con el pasar del tiempo, adquieren mayor relevancia en las culturas y así, son aceptadas por todos. Cada persona expresa ideas a su modo y de la forma en que cree en ellas, es por eso que, en este caso, no existe una distorsión de la verdad. Pero vivimos en sociedad, somos seres con intereses individuales y, por supuesto, colectivos. La realidad es construida, muchas veces, desde la perspectiva que conviene a los seres humanos, sólo la sensibilidad, los valores, la experiencia y la construcción del pensamiento crítico por medio del Lenguaje y la Comunicación motivarán a determinar cuál es esa verdad en función del bien común.
El lenguaje es el conjunto de medios que permiten al hombre expresar sus pensamientos, sentimientos y vivencias. También se define como el conjunto de sistemas de comunicación constituido por diversas manifestaciones: dibujos, gestos, sonidos, movimientos, procesos culturales (mitos, leyenda, arte, monumentos), etc. Algunos autores lo reducen a la función biológica de la relación, y por eso hablan de lenguaje de los animales (abejas, hormigas, delfines); incluso, no faltan quienes consideran que la cultura misma es un lenguaje, porque en cada una de sus ramas y manifestaciones contiene un mensaje, es decir, un significado. En este sentido, entendemos la utilización del lenguaje como medio de transmisión de información y hasta medio por el cual se puede descubrir la verdad a través de los sentidos, pero sin dejar de cuestionar sus limitaciones.
El lenguaje se construye y articula a partir del pensamiento. Cuanto más pobre sea el desarrollo del pensamiento, tanto más pequeño será el caudal de ideas y vocablos que expresen esas ideas. Vemos en las actuales generaciones de jóvenes cómo la falta de lectura que amplíe su acervo cultural, estimule su razonamiento y su imaginación, acentuado por el uso cada vez más limitado de vocablos (los expertos estiman que los jóvenes no utilizan en su diálogo cotidiano más de doscientos términos) despiertan la alarma de todos los que nos preocupamos por el futuro del lenguaje.
La comunicación es la capacidad de transmitir aquellas cosas que con argumentos de razón se hacen más entendibles para el resto. En este contexto la comunicación también arroja otro lado que provoca la duda, de lo que una persona expresa o escucha, esto da lugar al cuestionamiento, es así que, al cuestionar lo dicho o escuchado, se aumenta la posibilidad de profundizar más en la razón, siendo así el camino que ciertamente busca la comunicación con la intención de llegar a esa razón expresada mediante el lenguaje.
Siendo los medios de comunicación los encargados de informar a la población, tergiversan la información en muchos casos, mostrándonos una verdad que responde a los intereses de la industria de la comunicación o a los círculos políticos de poder y es difícil creer que, en cierto modo, la “diversidad” de medios e instituciones dueñas de medios de comunicación reflejen la misma realidad para todos. Por ello, más que nunca, es necesario pensar e impulsar a que, desde un ángulo positivista, el ejercicio diario de la lectura y la contrastación de fuentes de información para combatir esta realidad tergiversada, abre la posibilidad a que individuos despierten en otra realidad, y por lo general, conformen grupos reducidos de ciudadanos conscientes que luchen por esa búsqueda de la verdad, su difusión y contribución a alimentar y mantener el bien común, con responsabilidad, pues es la esencia de una sociedad más justa.
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