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El sexismo es otro producto del molde social

Juan Domínguez


El papel que desarrollaron los hombres en el mundo en un principio fue muy diferente al papel de las mujeres, principalmente por su constitución física, que lo relaciona directamente con la fuerza, con la capacidad de realizar trabajos que las mujeres no podían llevar a cabo de la misma manera. Dicha capacidad relacionó al hombre con otras características, a lo largo de la historia, que lo hicieron pensar que es muy diferente a la mujer, incluso en pensamientos y sentimientos. Esto da origen a posiciones sexistas, machistas por un lado y feministas por otro.


Debido a una sociedad “moldeadora” resulta razonable la preocupación por cómo afectan el sexismo, el patriarcado y los rígidos roles de género más a mujeres que a hombres, pero es importante analizar que existen muchos puntos trascendentes en que los hombres se ven afectados y que a veces pasa por alto por considerarlos como algo “natural”.


El hombre no puede llorar, ni expresar muchos de sus sentimientos por temor a parecerse a la mujer. Por muy ridículo que parezca la idea, cualquier cosa que lo haga distinto a lo que se muestra como propio de su género puede llamar la atención, y por lo tanto, no debe arriesgarse a ser como es.


Quienes se ajustan permanentemente a la opción de demostrar que son “machos” no piensan en su gran debilidad, no son capaces de decir NO a un sistema que impone actuar como no lo sienten, sólo por temor a que otros interpreten su forma distinta a la del “macho tradicional”, ese prototipo de persona que no respeta a los demás, demuestra lo que no es, y oculta lo más valioso que tiene, valores como el amor, la ternura, el cariño, el deseo de proceder en forma más justa, equitativa y respetuosa.

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